miércoles, 25 de octubre de 2017

El olor de aquella loción


No consigo recordar ahora si fue en un pueblo con mar, o no…
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No entiendo por qué, pero me siento extraña, ausente, dispersa, como si algo me hubiera obligado a delegar el control de mi yo en terceras personas abandonando todo sentido de responsabilidad. Mi mente se ha vuelto confusa y mis pensamientos se superponen unos a otros, como brochazos de pintura que tapan otros anteriores cambiando el color reinante por tiempos demasiado cortos. No lo entiendo, no me entiendo…
Pero tengo suerte, debo reconocer que no estoy sola, me rodea mucha gente que se esconde detrás de unas sonrisas que se delatan: nunca antes habrán sido tan forzadas. Ellos gesticulan y hablan entre sí, y a mí, aunque yo no logre entenderles casi nada. Me quieren, y yo siento su cariño; y pese a esto me encuentro sola en un mundo que no elegí y que me asusta; y que temo que pueda llegar a aterrarme.
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¡Un momento!, la memoria de los olores, aletargada como todas las demás, se ha desperezado un poco y me acaba de echar un cable: recuerdo que días después de aquello me resistía a poner a lavar esa prenda que olía a sal…, y a su loción. Como sé que sólo será un instante, aprovecharé esa fugaz lucidez para intentar ver todo con algo de claridad. Aunque debe de hacer toda una vida ya, recuerdo también que aquello no me cogió desprevenida, que lo esperaba ansiosa.
Pero, ¡qué rápido ha debido de pasar el tiempo!
Sí, fue en un pueblo con mar, era éste; y frente a este mar que contemplo sentada en un banco que me confiesa que nos extraña, aunque seguro que no tanto como yo al joven de la propuesta de matrimonio que, ¡maldita sea!, nunca consigo recordar si rechacé o no…
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Hoy el Sol ha venido a visitarnos y supongo que por eso estamos en la playa desde hace…, ¡pues no lo sé! Como otras veces, supongo, me dejo llevar cuando unas manos tiran de mí con suavidad y paso por encima del borde bicolor desde el agua a la orilla, donde me espera la arena húmeda, y el mismo desasosiego de siempre.
No entiendo qué pasa, pero reconozco ahora en mis manos el olor de aquella loción y siento un escalofrío placentero.
Y ahora, que ya no recuerdo lo que acabo de pensar y sentir, imagino que quizá, momentos antes, haya dejado caer algunas lágrimas que se han fundido con unas olas que acabarían de morir allí mismo. Es que, y no me preguntéis por qué, a veces siento deseos de llorar, pero no recuerdo cómo se hace, y lloro…

© Patxi Hinojosa Luján
(25/10/2017)

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